viajes


decía que iba a pasar sus últimos años ahí, mirando al cerro. no tuvo esa suerte. como con su padre, la vieja cosechera no fue piadosa ni le ahorró dolor.

al ensimismamiento de su voluntad, que tantos frutos le había dado, eso no pudo más que escapársele.

en la casa, uno de los últimos días que pasé ahí este verano, la perrita que tiene por unas semanas al cuidado mi mamá ladró extrañadamente al aire una noche. en el pasillo, en las piezas, en la cocina. antes o después, mi memoria es mezquina, yo había visitado el lugar donde le hubiera gustado pasar sus últimos años.