ofrenda

el día más frío del año. tos, mocos. dedos escarchados. campo, cerro colorado, casa museo de yupanqui. turistas fotográficos.

desafinación, canción incompleta y nunca bien querida, silbada imprevista, lima.

el magnetismo del lugar, el aura de atahualpa. la misteriosa necesidad de ofrendar música desde la humildad, a un grande.

qué importaba lo secundario.

consagración en su sentido ritual.

domingo, 16/07/2017:





 (letra de la canción -que me salió medio bíblica, medio ñoña)
día nuevo
todas las calles del barrio tendrán su nombre
todas las flores serán del día nuevo
y en la voz, el aire

habrá un silencio frutal entre las cosas
los confundidos podrán
volver a casa y recobrar
junto a vos, fragilidad
y llorar

todas las calles del barrio tendrán su nombre
todas las flores serán del día nuevo
y en la voz, el aire

ecos de algo que no hemos vivido
faros que guían tu luz
contra los muros, más allá
donde el sol no llega
lo verás

viajes


decía que iba a pasar sus últimos años ahí, mirando al cerro. no tuvo esa suerte. como con su padre, la vieja cosechera no fue piadosa ni le ahorró dolor.

al ensimismamiento de su voluntad, que tantos frutos le había dado, eso no pudo más que escapársele.

en la casa, uno de los últimos días que pasé ahí este verano, la perrita que tiene por unas semanas al cuidado mi mamá ladró extrañadamente al aire una noche. en el pasillo, en las piezas, en la cocina. antes o después, mi memoria es mezquina, yo había visitado el lugar donde le hubiera gustado pasar sus últimos años.