Tranquilizar a los intranquilos e intranquilizar a los tranquilos, dijo Foster Wallace

Qué bueno que es leer nuestras rumiaciones en palabras de otros. Incluso a veces, en el concierto silencioso de los días que nos tocan, solo se escribe -me hago cargo, por lo menos yo lo hice- para abrir el juego a posiciones ausentes.
Aunque eso no parece simpatizarle al "fascismo de la buena onda" imperante.
No importa, me quedo con algunas citas de Maximiliano Tomas que encuentro cercanas -salvando las distancias-.

"Existe una suerte de buena onda generalizada que pareciera ser impermeable a cualquier acontecimiento. Así como siempre que se hace periodismo policial se publican noticias desgraciadas o negativas —mataron, secuestraron, violaron a tal— en el periodismo cultural se habla a través de un matiz de optimismo perenne: qué bueno que estuvo el Bafici, qué bueno que estuvo el Filba, qué bueno que se estrenaron tantas películas, qué buena que es la literatura argentina, qué buenas que son todas las editoriales independientes. Hay un carácter acrítico en la manera de hacer periodismo cultural en los medios masivos. Y es molesto. Hace falta voces que pongan en crisis esa práctica. No todas las noticias son buenas de por sí. Es necesario un periodismo cultural más autocrítico, más reflexivo, más intelectual. Hablo de un nosotros, no me estoy poniendo afuera. El periodismo cultural necesita ser hecho por gente que sabe, no que toca de oído. Porque, por otra parte, el trabajo a nivel irreflexivo, optimista, demagógico, ya está hecho por agentes que no son periodistas culturales: lo hacen los prenseros, los comentaristas, los booktubers."

"Al margen de eso, creo que hay que escribir en contra de los libros que no nos gustaron. Es una necesidad. Entre otras razones porque hay una oferta inconmensurable de libros muy interesantes para leer: por qué uno va a perder el tiempo en libros intrascendentes o por qué, si es que la crítica debe ser también un servicio al lector, vas a dejar que tus lectores coman sapos inventados por un sello editorial o por una operación de márketing. Un crítico también puede señalar lo que es pura trivialidad o pura banalidad disfrazada de alta literatura o literatura de calidad."

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"Existe algo así como un subgénero del periodismo que podríamos llamar el periodismo cultural buena onda. Para él, todas las noticias son dignas de celebración: la publicación de un nuevo libro, la presentación de una nueva editorial, la participación de un grupo de escritores argentinos en una nueva feria internacional. Hay una periodista que se especializa en difundir con cuidado y frecuencia semanal cada una de estas magníficas novedades, y sus artículos siempre comienzan con un primer párrafo arrebolado de satisfacción, pletórico de observaciones impresionistas (el escritor X habla moviendo levemente las manos, mientras un rayo del sol de la tarde atraviesa la ventana del bar: ese tipo de cosas). Todos los libros le gustan, todos los escritores son simpáticos, todas las opiniones son inteligentes y dignas de atención. A su favor, hay que decir que hizo escuela, y que ya cuenta con epígonos aquí y acullá. ¿Pero es ése acaso el objetivo del ejercicio del periodismo cultural, de cualquier periodismo? ¿No sería más atinado (más honesto) señalar las tensiones, marcar las contradicciones, denunciar las paradojas de un campo conflictivo como el literario, de una industria en crisis como la editorial? Claro, eso es más complejo, y demanda más tiempo y energía (y granjea más enemigos que amigos)."